Acababa el siglo XIX y nacía el siglo XX, pero Sidonie-Gabrielle Colette (Saint-Saveur, 1873 – París, 1954) vivía adelantada a su tiempo. Escandalizaba con todo lo que hacía, provocaba y transgredía sin importarle que la tacharan de inmoral. Se colaba en los salones de la nobleza vestida de hombre, escribía obras libertinas, actuaba casi desnuda en el Moulin Rouge y protagonizó números musicales donde besaba a una de sus amantes. Los parisinos se echaban las manos a la cabeza y Colette aún iba más allá.
A los veinte años se casó por primera vez. Willy —Henry Gauthier-Villars, un vividor casi quince años mayor que ella— intuyó su talento y la animó a escribir una serie de novelas inspiradas en su infancia, ‘Claudine’. Y vio también que ese talento iba a conseguir un éxito colosal, así que decidió firmarlas con su nombre y figurar él como autor. A Willy le gustaba muy poco trabajar pero se le daba muy bien gastar, y el dinero salía mucho más rápido de lo que entraba. Cuando se quedaba sin blanca la instigaba para que escribiera más, la encerraba y le exigía un número de páginas diario para dejarla salir. Colette, mujer de carácter, se hartó, claro, y se divorció. Después de Willy vendrían dos maridos más y muchos amantes, tanto hombres como mujeres —las más sonadas serían una adinerada americana apodada «La amazona» y Mathilde de Morny, «Missy», marquesa de Belboeuf, descendiente de los Romanof y de la emperatriz Josefina—. Sonada también fue la ruptura de su segundo matrimonio, provocada por la relación que mantuvo con el hijo adolescente de su marido.
Acantilado publica Chéri (traducción de Núria Petit), una novela deliciosa que parece inspirada en su propia vida pero que más bien fue «una premonición». En ella, la cortesana Léa de Lonval tiene una relación con un joven al que dobla la edad. El paso del tiempo y la fragilidad del amor están retratados con delicadeza y ternura, mostrando los sentimientos de una mujer que pierde lo único que tiene, lo que le da su estatus: su belleza.
Su obra, elogiada por autores como Proust o Simenon, giró en torno al sexo y al hedonismo, a los grandes placeres de la carne, a la libertad. Colette trascendió lo literario: fue condecorada como Caballero de la Legión de Honor francesa, presidió la Academia Goncourt y fue la primera mujer honrada con un funeral de estado en Francia. Un espíritu libre que vivió sin importarle nada.
CHÉRI |
|
Este artículo apareció publicado el jueves 29 de noviembre de 2018 en «Artes & Letras», suplemento cultural de Heraldo de Aragón. Aquí podéis descargar el artículo en PDF.
¿Quieres estar informado sobre los autores que visitarán la librería próximamente? Suscríbete a nuestra agenda para recibir toda la información.