Los libros de ciencia ficción que Margaret Atwood (Ottawa, Canadá, 1939) leía cuando era joven estaban escritos por hombres, protagonizados por hombres y quien narraba la historia era siempre un hombre. Sólo había un punto de vista de las historias. Y ella quiso cambiarlo.
No fue al colegio hasta los once años. Antes aprendió a sobrevivir -en el sentido más físico de la palabra: cómo escapar de los osos, cómo orientarse entre la maleza, cómo evitar que las sanguijuelas se cuelen bajo las perneras del pantalón...- en el norte de Canadá: su padre era entomólogo y vivían aislados en una cabaña en el bosque. Cuando hacía mal tiempo, escribía y dibujaba cómics con su hermano. A los siete años escribió su primera historia, a los veintidos publicó su primer poemario y, desde entonces, ha publicado más de cuarenta obras de todos los géneros, pero sobre todo destaca en una narrativa que califica como «ficción especulativa». Le gusta partir de situaciones y elementos que existen o han existido; siempre busca un antecedente histórico, una prueba de que el hecho en sí ha sucedido antes. Para qué inventar si puede observar lo que tiene alrededor y adaptarlo, retorcerlo, llevarlo al extremo.
En 2017, la editorial Salamandra reeditó en España El cuento de la criada (traducción de Elsa Mateo), que describe una sociedad distópica donde las mujeres son utilizadas como esclavas para procrear. Es su libro más emblemático y el que la colocó al frente de un movimiento feminista del que ella por otro lado, con su carácter poco complaciente, se desmarca (recientemente ha publicado ¿Soy una mala feminista?, un artículo donde plantea teorías muy críticas). Lo escribió en 1984 en el Berlín Oriental, a mano, en un cuaderno de páginas amarillas, y muchos años después, con la llegada de Trump al poder, el libro ha sido reivindicado de nuevo. Después llegó Alias Grace (Salamandra, 2017; traducción de Mª Antonia Menini), que pronto se convirtió también en un símbolo de la lucha por los derechos de las mujeres. Ambas tienen su serie de televisión, la primera fue adaptada al cine, a la ópera y hasta a un ballet. Ya en 2018, Lumen ha publicado La semilla de la bruja (con traducción de Miguel Temprano).
«Una palabra después de una palabra después de una palabra es poder», escribió Margaret Atwood. Ella lo ha utilizado de la mejor manera: para crear mundos que nos avisan de que debemos estar alerta si no queremos convertirnos en la peor de las pesadillas.
EL CUENTO DE LA CRIADA |
ALIAS GRACE |
LA SEMILLA DE LA BRUJA |
Este artículo apareció publicado el jueves 1 de marzo de 2018 en «Artes & Letras», suplemento cultural de Heraldo de Aragón.
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