Debe ser hermoso nombrar algo por primera vez. Ser la primera persona en referirse a ello y elegir cuidadosamente la forma de designarlo. Marie Skłodowska-Curie (Varsovia, 1867-París 1934) pensó en el amor que sentía por su país cuando bautizó como Polonio el nuevo elemento químico que había descubierto.
Marie Curie fue una científica excepcional. Llegó a París a los 24 años para estudiar en la Sorbona y se dedicó en cuerpo y alma a la investigación mientras criaba a sus dos hijas. Descubrió el Radio y el Polonio y fue pionera en el estudio de la radiactividad, trabajando en condiciones precarias —en laboratorios llenos de humedades y sin cristales, expuestos a las inclemencias del tiempo—. Sin embargo, consiguió algo más difícil que eso: romper el techo de cristal y ser reconocida por la comunidad científica.
Fue la primera persona distinguida con dos Premios Nobel: el de Física en 1903 y el de Química en 1911. En el primero, otorgado junto a su marido y compartido con Henry Becquerel, el comité sueco pretendía en realidad concedérselo sólo a los dos hombres, pero Pierre exigió que Marie fuese también reconocida. Fue la primera mujer profesora en la Universidad de París. A pesar de sus logros, la prensa de la época cuestionó que una mujer pudiera dedicarse a la ciencia: le otorgaban el papel de ayudante de su marido y subrayaban la irresponsabilidad moral de descuidar a su familia para entregarse a tareas de hombres. No es de extrañar que Marie prefiriera relacionarse con los átomos antes que con las personas.
Nórdica Libros publica Marie Curie, una biografía en forma de novela gráfica de Alice Milani (Pisa, 1986) con traducción de Marta Gago. Su autora es una joven artista que vive el amor por la ciencia desde que nació (es hija de un matemático que estudia la mecánica celeste y de una física que trabaja en experimentos espaciales de precisión; los dos se han implicado en este libro para darle rigor científico). Con témperas, acuarelas y lápiz, la autora pasea por la vida de la científica polaca desde que en su juventud en Varsovia trabajaba como institutriz para pagarse los estudios hasta que su deterioro físico, provocado por los entonces desconocidos efectos de la radioactividad, la llevó a la muerte. Marie Curie no sólo fue una científica excepcional: fue una mujer excepcional que se enfrentó a su época. Esta novela gráfica es un hermoso reconocimiento.
Este artículo apareció publicado el jueves 14 de marzo de 2019 en «Artes & Letras», suplemento cultural de Heraldo de Aragón. Aquí podéis descargar el artículo en PDF.