«El pasado está escrito en mi cuerpo. Cargo con él todos y cada uno de los días. A veces siento como si el pasado pudiera matarme. Es una carga muy pesada.» A los treinta años, Roxane Gay pesaba 261 kilos.De ser una adolescente menuda pasó a ser una presencia que intimidaba. Entró en una espiral de autodestrucción que convirtió ese cuerpo pequeño en alguien que es juzgada con cada mirada que recibe, condenada con cada comentario susurrado a su espalda.
A los doce años, Roxane Gay (Omaha, EEUU, 1974) fue violada por un grupo de chicos liderados por el que ella consideraba su «amigo especial». Ese día decidió mantenerlo en secreto. Pero ese día también decidió desaparecer. Quiso ser invisible. Que no volvieran a romperla. Que su cuerpo no resultara atractivo para que nunca más un hombre se fijara en ella. Y empezó a comer. Empezó a maltratarse. A sentir que tenía menos derecho a estar en el mundo que cualquier otra persona. A odiarse a sí misma. Y cuanto más comía, cuanto más se convertía en aquello que buscaba, cuanto más extraordinariamente visible era para conseguir ser invisible, más se odiaba.
Hambre. Memorias de mi cuerpo (Capitán Swing; traducción de Lucía Barahona) es un libro desgarrador. Una autobiografía que cuenta el proceso vivido desde que empezó a odiarse a sí misma hasta su reconciliación. El camino no ha sido fácil y Gay lo cuenta de forma descarnada, cruda, sin ahorrarse detalles, en un libro que sacude al lector. La autora no es complaciente consigo misma, no trata de salvarse ni se cuenta como el producto de una agresión («no quiero que me defina lo peor que me ha sucedido nunca», escribe), sino que habla de las decisiones conscientes que la han traído hasta aquí. En Hambre están expuestos la humillación, la vergüenza, el enorme desprecio hacia sí misma, el sentimiento de culpa, la cobardía, y a la vez habla de la «gordofobia» y los condicionantes sociales cuando se sufre de obesidad mórbida.
Las batallas que se libran contra uno mismo son siempre las más difíciles. Pocas veces se sale victorioso porque siempre hay un matiz, siempre se flaquea, siempre hay motivos para sentirse vencido por el camino. La batalla que lucha Roxane Gay está llena de escollos, tanto personales como sociales, pero ha sabido transformar el odio hacia sí misma en un catalizador para aceptarse, para quererse, y nos lo cuenta en este texto verdadero y valiente.
HAMBRE |
Este artículo apareció publicado el jueves 29 de marzo de 2018 en «Artes & Letras», suplemento cultural de Heraldo de Aragón.
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