En 1993, sólo siete mujeres habían ganado un premio Nobel de Literatura. Ninguna de ellas era negra. Y muy pocos de los premiados tenían sólo seis libros publicados. Por eso, cuando Toni Morrison recibió la llamada de la Academia sueca, se puso a bailar en su despacho. No era la primera vez que recibía una alegría parecida: en 1977 había ganado el Premio de la Crítica por La canción de Salomon y en 1988 el Pulitzer por Beloved.
Toni Morrison creció escuchando las historias de fantasmas que le contaban sus padres, que ella debía mejorar cambiando algún elemento la noche siguiente. Quizás ahí empezó su tradición fabuladora. O quizás fue un poco más mayor, cuando decidió llevar al club de lectura al que asistía un texto escrito por ella. En él contaba la historia de una niña negra que rezaba cada noche para tener los ojos azules como sus muñecas. Morrison trabajó ese texto durante años, escribiendo de noche cuando ya había acostado a sus hijos, y envió su manuscrito a doce editoriales, que lo rechazaron. Por fin, cuando ya había cumplido los 39 años, la historia encontró editor y se convirtió en Ojos azules. El presidente de Random House compró la novela aconsejado por un librero y, al acabarlo, preguntó si esa Toni Morrison era la misma que trabajaba para ellos como editora de libros de texto. Desde entonces, Morrison pasó a editar ficción en Random House y publicó a autores como Chinua Achebe, Wole Soyinka, Angela Davis o la autobiografía de Muhamad Alí.
El ritmo del lenguaje y el sonido son elementos muy importantes en la escritura de Morrison, tanto que ella misma graba la versión en audiolibro de sus novelas para que el lector escuche lo mismo que ella escucha al leerlas. Cuenta con orgullo cómo Marlon Brando lo sabía y le llamaba por teléfono para leerle en voz alta pasajes de sus libros.
Los temas nucleares de la obra de Morrison (la raza, la condición de ser mujer, las desigualdades sociales, la identidad) están presentes en su última novela, La noche de los niños que publica Lumen (traducción de Carlos Mayor). En ella, la discriminación racial va un paso más allá y Morrison cuenta cómo los diferentes grados de negritud también marcan la diferencia: la protagonista de la novela es una niña negra que nace siendo mucho más negra que sus padres y pasará toda su vida buscando la aceptación y el amor de los demás. Una historia emotiva que gira en torno a la culpa y a la búsqueda de redención.
Este artículo apareció publicado el jueves 26 de mayo de 2016 en «Artes & Letras», suplemento cultural de Heraldo de Aragón. Aquí podéis descargar el artículo en PDF.
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